Qué más sexy que un hombre cocinando. Se ven bien con las mangas arremangadas enrollando un rol de sushi y fuertes con un cuchillo gigante cortando verduras en juliana. Lo mejor es cuando lo hacen porque de verdad quieren cocinar para alguien más: se preparan, eligen un plato, compran los ingredientes y ambientan el lugar para la comida.
Antes de tonificar su cuerpo en el gym o aprender a tocar la guitarra, prefieren poner en práctica las artes culinarias como arma de seducción. Son “los gastrosexuales”, una nueva generación para la que esta actividad, más que una tarea doméstica, es una estrategia de levante.
El término fue acuñado por primera vez en una reciente investigación de la consultora inglesa Future Foundation, encargada por la empresa Pur Asia para el lanzamiento de un nuevo producto. La compañía buscaba conocer la relación entre hombres, comida y cocina. “Queríamos saber si los hombres estaban cocinando más, por qué lo hacían y qué motivaba esos deseos. El fin era averiguar sus habilidades culinarias y los factores que influían en sus elecciones", detalló Paul Aikens, director de marketing de Pur Asia.
MUCHO MÁS QUE MILANESAS
¿Quiénes forman parte de esta nueva tribu urbana? Según el estudio, son jóvenes profesionales, de entre 25 y 44 años y estatus social elevado, que tienen una personalidad ambiciosa, apasionada y una clarísima vocación de impresionar a los demás. El 48 por ciento de ellos dice sentirse atraído por personas hábiles en la cocina, mientras que el 23 por ciento confiesa que se han iniciado en esta actividad para seducir mujeres.
Sabe que una buena mesa preparada con un plato rico, original y bien presentado, genera un escenario íntimo e irresistible. Por eso no le basta con freír un par de milanesas a su invitada ocasional, sino que busca impresionarla con proezas culinarias que implican varios viajes a los mercados locales y productos o especias traídos de países exóticos.
HACEN CURSOS Y SABEN DE VINOS
Si bien en el ritual busca conseguir algún beneficio, esta tribu tiene un genuino interés por la gastronomía. El verdadero gastrosexual está al tanto de las últimas tendencias, lee revistas de gastronomía, hace cursos y asiste a catas de vino. Además, sabe a qué restaurantes ir, qué platos pedir y con qué vino maridarlos.